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Sexo, mentiras y feminismo

Capítulo once: El derecho a la elección y el aborto

Autor de la obra original: Peter Zohrab

Traducción al castellano por: Gustavo Revilla Olave

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Versión del 2002

 

Introducción

Las mujeres reciben subvenciones del estado para acabar con la vida de alguien (aborto subvencionado por el estado), pero a los hombres se les arresta por acabar con la vida de alguien. Cuando nos referimos al tema de los derechos reproductivos, las mujeres tienen todo el poder; los hombres y los bebés no nacidos no tienen ninguno. Si, tal como dicen, las feministas creyesen realmente en la igualdad, entonces deberían estar de acuerdo en que, en la medida de lo posible dada la complejidad del tema y las edades de las partes implicadas, el poder debería repartirse de un modo equitativo entre las tres partes.

Este capítulo tiene tres secciones: Elección para los hombres, elección para los hombres respecto al aborto, y el aborto. La elección para los hombres retoma la cuestión donde las feministas la dejaron, en la creencia de que el feminismo ha ganado la guerra sobre el aborto. Las secciones sobre el aborto valoran este tema dentro del contexto global de la guerra de sexos.

 

Elección para los hombres

De acuerdo con el informe de situación sobre la elección reproductiva de los hombres:

Uno de cada cuatro bebés estadounidenses nacen fuera del matrimonio. Mientras que 1.6 millones de mujeres estadounidenses abortan y declinan la maternidad cada año, medio millón de hombres ven sus “paternidades confirmadas” en los juzgados de los Estados Unidos y los datos preliminares indican que aproximadamente un 33% de los nacimientos estadounidenses podían ser no deseados para los padres. Los hombres son tratados como una clase inferior sin derechos reproductivos… negar a los hombres los derechos reproductivos es humillante, opresivo, ofensivo desde los principios básicos de la dignidad humana…...

Los hombres tienen derecho a la misma capacidad de “elección” reproductiva que las mujeres, y debería permitírseles acabar con sus derechos y responsabilidades paternales bajo esencialmente las mismas condiciones que dirigen el derecho de las mujeres a poner fin a sus embarazos. Una paternidad no deseada puede alterar completamente la vida de un hombre. Altera su educación y salud mental- a decir verdad la totalidad de su vida familiar. Esto puede ocasionar daño psicológico y desgarro emocional. Su salud mental y física podrían verse perjudicadas. El niño no deseado podría sufrir también aflicción. Y el hombre implicado puede acarrear un estigma social como resultado de ser un padre soltero.

A diferencia de las feministas, los defensores de la libertad de elección para los hombres raramente afirman que el derecho de un hombre para terminar un embarazo sea absoluto. Defienden sencillamente que la decisión de si un hombre concreto pone fin o no a sus derechos y responsabilidades paternales es una decisión que debería tomar este hombre- de la misma forma que una mujer puede decidir si va o no a abortar. Esta posición no está exenta de problemas éticos- ¿Cómo se sentiría un niño si una vez crecido averiguase que su propio padre lo repudió y rechazó? En el caso del aborto, como mínimo el niño estaría muerto y nunca sabría que ha sido rechazado y asesinado. ¡De la otra manera, por lo menos el niño cuyo padre ha realizado su “elección” todavía sigue con vida!

Otra manera en la que podía interpretarse la “elección masculina” sería dotar a los hombres con un mayor acceso a la tecnología reproductiva. No me estoy posicionando necesariamente a favor de la tecnología reproductiva, como la clonación, pero si las mujeres tienen acceso a ella, los hombres deberían tenerlo también. Según el periódico Dominion del 16 de marzo del 2001, un australiano de 84 años de edad, el Dr. Frank Hansford-Miller, había estado buscando a alguien dispuesto a clonarle. Este es un tema que debería valorarse también desde la perspectiva de los derechos de los hombres.

 

El derecho a la elección masculina en el aborto.

La campaña a favor de la elección favorece la elección cuando ésta es para las mujeres, en exclusiva. Cuando nos referimos a los hombres, utilizan los mismos argumentos que el lobby en favor de la vida. Esto demuestra su hipocresía.

Dicen que las mujeres deben tener libertad de elección en lo referente a su propia fertilidad, pero a los hombres no les queda más derecho que pagar por las decisiones que toman las mujeres. Si una mujer firma un formulario de consentimiento informado para abortar, entonces le ha robado a un padre su hijo - cuya existencia puede que él ni siquiera haya llegado a conocer. Si ella decide no abortar, entonces él recibe la carga de un hijo al que tendrá que criar, o de cuya manutención tendrá que ocuparse tanto le guste como sino- y durante todo este proceso él pudo haber pensado que ella era estéril o tomaba medidas anticonceptivas.

Hasta tal punto llega el dominio que las mujeres tienen en las sociedades occidentales que sus derechos pueden anular tanto los derechos del padre como de los niños aún no nacidos. El eslogan feminista “su cuerpo, su decisión” es aceptado de un modo tan extenso que todo lo que una mujer lleve en su interior le pertenece para hacer lo que quiera con ello. (La insistencia feminista en este punto es tan radical que se oponen a las leyes que puedan castigar a las mujeres embarazadas que abusen de las drogas o el alcohol.) Esto pasa por alto el hecho de que si hay un feto en el interior de su cuerpo es porque un hombre coopero a ponerlo ahí. Este hombre también tiene derechos sobre el feto. Después de todo, no existen en general alternativas disponibles en el presente para un hombre que quiera tener sus propios hijos – tiene que convencer a una mujer para que los geste.

El padre puede tener ideas muy claras tanto de si quiere que nazca el niño o no, y éstas deberían ser tomadas en cuenta. Después de todo, una vez que nazca el niño es muy probable que el padre se vea obligado a hacerse cargo de él, o que tenga que pagar pensiones de manutención o compensatorias a la madre en caso de separación o divorcio, o que deba donar parte de sus bienes en herencia al fallecer, etc. Dicho claramente, es injusto que la madre tenga el derecho unilateral a decidir si impone estos deberes y responsabilidades sobre el padre. Citando a Thomas (1993) ¿dejarías que alguien gastase tu dinero para comprarse un coche caro de su elección, y que después ella se lo quedase para su uso exclusivo?

Existe un paralelismo con el derecho de familia romano. En la antigua Roma, el padre era el cabeza de familia, y tenía poder de vida o muerte sobre sus esclavos, de tener alguno, y también sobre el resto de personas a su cuidado, incluidos sus hijos y su esposa. Hoy, esta situación es considerada con una unánime indignación moral. Pero la similitud con el poder casi absoluto de vida o muerte que tiene una madre sobre los bebés no nacidos en las sociedades modernas es asombrosa. “O tempora! O mores!” (¡Qué tiempos! ¡Qué costumbres!).

 

Aborto.

Existen como mínimo dos clases de asesinatos que todas las sociedades occidentales aceptan- la guerra y el aborto. La guerra consiste en que la gente (mayormente los hombres) arriesguen la vida y su integridad física para asesinar a otras personas (mayormente a hombres) para beneficio del conjunto de su sociedad. En el aborto sucede que las mujeres arriesgan muy poco para matar a una persona indefensa en su propio beneficio. Esto ilustra claramente sobre como las modernas sociedades occidentales giran alrededor de las necesidades de las mujeres, incluso hasta el extremo de llegar a despenalizar el asesinato.

El texto introductory textbook on Criminology (texto introductorio sobre la Criminología) de Haskell y Yablonsky (1974) incluye una sección sobre la despenalización del aborto que esclarece el dominio que el feminismo ha alcanzado sobre las élites intelectuales en los países occidentales. Lo escribieron poco después de que el Juzgado Supremo de los Estados Unidos decidiese sobre el aborto en el año 1973. Se estableció que las mujeres tuviesen el derecho a abortar durante los primeros seis meses de embarazo, y que durante los tres primeros meses de gestación la decisión dependiese en exclusiva del doctor y la mujer.

Incluso antes de aquello, a pesar de todo, solamente quince de los cincuenta estados de los Estados Unidos castigaban a una mujer que recurría a un médico para asesinar a “su” feto. Por regla general sólo se culpaba al doctor. Comparemos esto con el escenario de un asesinato por encargo en el que la mayoría de los estados y naciones consideran que tanto el instigador como el perpetrador definitivo son responsables del crimen. Como han cambiado las cosas:

Las razones médicas, la violación y el incesto justifican un comparativamente escaso número de abortos. Las mujeres optan por el aborto porque no desean interrumpir sus planes profesionales, les falta dinero, temen perder libertad personal, o dudan sobre su relación con el hombre implicado.” (Haskell y Yablonsky 1974, 366)

He aquí un ejemplo de lo que le sucede a un crimen sin víctimas (mi énfasis) cuando queda abolida una ley reguladora de la moral. La verdadera víctima de las leyes sobre el aborto fue la desdichada mujer que buscaba un aborto ilegal. La ley que fue creada para protegerla la convirtió en una víctima. (Ibíd., 366)*

*Nota del traductor: Este último párrafo del texto introductorio sobre la criminología de Haskell y Yablonsky aparece al completo en la versión de 1999 de este mismo capítulo. Traducido íntegramente al castellano dice así: “Como resultado de la decisión del Tribunal Supremo, la gente pobre que siente la necesidad de abortar puede satisfacer esta necesidad legalmente, económicamente, y haciendo uso de habilidades médicas profesionales. La criminalidad disminuirá y las necesidades se verán satisfechas. He aquí un ejemplo de lo que le sucede a un crimen sin víctimas (mi énfasis) cuando queda abolida una ley reguladora de la moral. La verdadera víctima de las leyes sobre el aborto fue la desdichada mujer que buscaba un aborto ilegal. La ley que fue creada para protegerla la convirtió en una víctima. (Ibíd., 366)

Teniendo en cuenta que este extracto ha sido tomado de un libro de texto para estudiantes de derecho, los autores son notoriamente unilaterales. ¡Cómo puede denominarse crimen sin víctimas a un acto que mata a alguien que en el espacio de unos pocos años podría estar leyendo ese mismo texto es algo que casi supera cualquier comprensión! ¡Imaginemos la despenalización de los asesinatos por encargo!

De hecho los autores saben muy bien que el aborto no es un crimen sin víctimas; un momento después aluden a quién es la “verdadera víctima”. Leyendo entre líneas, parece claro que no son lo suficientemente honestos para afirmar de un modo directo que el bebé no nacido es una víctima del aborto, pero se refieren a él de un modo indirecto haciendo alusión a la víctima “real”.

¡Irónicamente, la única circunstancia en la que las feministas se oponen activamente al aborto y el infanticidio es cuando este sucede en los países del Tercer Mundo y las víctimas son en su inmensa mayoría mujeres, tal como sucede en la India o en China! Censuran los abortos que siguen a las ecografías del útero de una mujer embarazada porque los niños no nacidos asesinados en estas circunstancias son bebés femeninos en su inmensa mayoría. En China, los ancianos tradicionalmente vivían con el hijo mayor. Existe un control político de la población basado en el concepto de un solo hijo por pareja que se impone rígidamente en las ciudades. Los progenitores piensan que no tendrán nadie para cuidarlos al llegar a ancianos si su único descendiente es una mujer. Por estos motivos los fetos de niñas detectados en las ecografías son abortados con frecuencia o si el embarazo de la niña llega a término existe un elevado riesgo de que sea víctima de un infanticidio. Las feministas aborrecen esto, y etiquetándolo como “eugenésico” (recordándonos los programas Nazis) se unifican para luchar contra ello. Pero sólo cuando las víctimas son mayoritariamente femeninas—prueba evidente de lo muy sexistas que son.

El argumento básico dado por las feministas como justificación de que el aborto no es un asesinato es que la gente a la que mata no es gente**. Esta deshumanización (¿cosificación?) de los niños es llevada al límite en el caso de los bebés no nacidos, pero los juzgados de los países occidentales tienden también a actuar con indulgencia hacía las madres que cometen infanticidio, así que ¿cabe la posibilidad de que seamos testigos de cómo el concepto de “aborto” se extiende gradualmente a los niños ya nacidos: el aborto postparto?

**Nota del Traductor: La Ministra de Igualdad española durante la segunda legislatura del Gobierno del PSOE presidido por Rodríguez Zapatero, Señora Bibiana Aído, inmersa en la campaña a favor de una despenalización más amplia de los casos de aborto y su inclusión bajo el concepto de salud reproductiva en los programas sanitarios públicos españoles, ilustra con su postura este argumento feminista mencionado por Zohrab. Refiriéndose al aborto en una entrevista radiofónica concedida a la cadena SER en mayo del 2009, relacionada con el anteproyecto de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo, llegó a afirmar que un feto es un ser vivo, pero que no puede considerársele como un ser humano porque eso no tiene ninguna base científica. Al margen de la oleada de críticas que su declaración provocó precisamente entre la comunidad científica, indignada por una afirmación tan arbitraria como errónea, queda clara la necesidad argumental de las feministas para deshumanizar al feto con el fin de insensibilizar a la opinión pública ante el aborto.

Efectivamente, si un feto es solamente un ser vivo es posible “destruirlo” o “suprimirlo” sin que merezca demasiada compasión, pero no “asesinarlo” una vez que se le ha arrebatado la categoría de ser humano o persona. Tras estas declaraciones de un carácter tan radical e inhumano la ministra Bibiana Aído recibió el apodo de Bibiana “Aidolf” tras comprobarse que existía un elevado paralelismo entre su sentencia literal: “Un feto es un ser vivo, claro; lo que no podemos hablar es de ser humano, porque eso no tiene ninguna base científica” como justificación del aborto, y la atribuida con ciertas reservas a Adolf Hitler en el año 1939: “Los judíos, independientemente de su edad, son seres vivos; pero no está demostrado que sean humanos, no hay base científica para ello” utilizada para justificar el posterior intento de exterminio de la población judía europea atrapada dentro del régimen nazi.

También resultó igualmente chocante el gesto protagonizado por la propia Bibiana Aído, Trinidad Jiménez, Ministra de Sanidad de la época y Leire Pajín, en aquellas circunstancias senadora y portavoz del PSOE, todas ellas conocidas feministas, al celebrar entre abrazos y risas en pleno hemiciclo la aprobación por parte del Senado de la mencionada ley, olvidando o pasando por alto deliberadamente la situación dramática que todo aborto representa, al condenar a un ser humano en desarrollo a su desaparición y la muerte prematura, haciendo privilegiados a todos aquellos, incluidas ellas mismas, que se han librado de ser extraídos del útero de sus madres de un modo forzado y condenados a terminar sus días con total crudeza en un contenedor para restos biológicos antes siquiera de haber nacido.

No son únicamente los fundamentalistas religiosos quienes piensan que existen serios problemas dentro de la agenda feminista referida al aborto, aunque a veces dé la impresión de que solo el derecho religioso desea oponerse firmemente al aborto. Algunos Libertarios, como es el caso de Doris Gordon están completamente en contra del aborto (www.concentric.net/~bwjass/lfl/ac&lp.htm). Personalmente, mi objeción nace de mi aborrecimiento fundamental al asesinato, y no de una doctrina religiosa concreta.

 

¿Fragilidad femenina?

En Nueva Zelanda durante el año 1998 (de acuerdo con el Informe del Comité para la Supervisión del Aborto, (Report of the Abortion Supervisory Committee)), 14965 (es decir, un 98,4%) de los 15208 abortos realizados ese año se autorizaron para evitar “serios daños a la salud mental” de la madre. ¿A quién intentan engañar? ¿Está alguien afirmando seriamente que todas esas mujeres (dentro de la pequeña población neozelandesa de 3.6 millones de personas) habrían sufrido serios problemas de salud mental de no realizarse un aborto? En un artículo pendiente de aparecer en el boletín de noticias NZMERA (http://www.geocities.com/peterzohrab/299enslt.html), ¡Paul Clarke sugiere que el gobierno de Nueva Zelanda realice una estadística pública sobre la salud mental de las mujeres embarazadas para aclarar un tema tan serio como éste!

¿Son las mujeres neozelandesas así de frágiles? ¿O están las feministas, que son quienes dirigen el sistema, abusando de la ley, interpretándola como una licencia para abortar libremente? Es un hecho que en los países occidentales son feministas de ambos sexos quienes predominan en las agencias que ponen en práctica la legislación médica y social, y frecuentemente abusan de su poder e interpretan la legislación bajo la que actúan del modo que más les conviene. Y tienen que estar interpretando el término “serio” de un modo muy flexible. Los casos de violación y problemas de salud física para la madre o el feto no son una parte significativa dentro de las estadísticas sobre el aborto en los países occidentales. La mayoría de los abortos se realizan como una técnica de control reproductivo posterior al coito. ¿Cómo de serio es esto? ¿Tan serio como la necesidad de sexo que pueda experimentar una mujer? ¿Tan seria como la que pueda experimentar un hombre?

Esto nos lleva al tema de la píldora del “día siguiente” RU486, la cual desarrolla un tipo de aborto. Cualquiera que esté en contra del aborto debería también posicionarse en contra del uso de esta píldora. De acuerdo con un artículo del Boston Globe archivado en la página web de expedientes sobre la RU486, las feministas están en desacuerdo en lo referido al uso de esta píldora. Algunas la han denunciado como una “medicación peligrosa y engorrosa a la que no debería permitírsele sustituir al aborto quirúrgico convencional ni en los Estados Unidos ni en ninguna otra parte.” ¡Esto pone de relieve el hecho de que las feministas en realidad consideran el aborto como una medida anticonceptiva, y no como un procedimiento para la salud mental!

El aborto es un tema muy emocional, con poderosos argumentos a favor y en contra. En una primera aproximación podría considerarse como un tema independiente- prácticamente separado del debate general entre el feminismo y el masculinismo. En realidad, a pesar de todo, guarda una honda relación con las cuestiones sobre los derechos de los hombres y las mujeres (como con las de los derechos de los niños no nacidos).

¿Hay muchas feministas, que en lo hondo, se sientan culpables por el tema del aborto? Seguramente, muchas de las mujeres que han abortado deben sentirse ellas mismas culpables. ¿Podría ésta ser la causa por la que las feministas intentan hacer sentir a los hombres tan culpables por cuestiones como el abuso sexual, la violación o la violencia doméstica? ¿Para distraer la atención de su propio sentimiento de culpabilidad y vergüenza? Alguien debería quizás investigar la psicohistoria del feminismo, y valorar el tema del aborto desde esta perspectiva.

Examinemos algunas de las ideas relacionadas. Me limitaré a los argumentos de una proabortista específica, porque sus argumentos son los más típicamente esgrimidos. Thomson (1980) realiza un ataque cuidadosamente argumentado contra la posición antiaborto. Sin embargo, su exposición está basada en algunas suposiciones discutibles. Ella separa la postura antiabortista en dos componentes:

  1. La idea de que un feto debe ser una “persona” desde el preciso instante en que la concepción tiene lugar- porque de otro modo sería imposible establecer la línea que separa su existencia temprana como una “no persona” de su existencia posterior como una “persona”. Este argumento intenta negar la noción tradicional de que la vida de una persona comienza en el nacimiento.

  2. La idea de que el derecho del feto a la vida tiene más peso que el derecho de la madre a tener control sobre lo que sucede dentro de su cuerpo. El argumento aquí es que, en la mayoría de las ocasiones, la existencia de la madre no se ve amenazada por nada que el feto pueda hacer- mientras que el opuesto no es cierto.

Thomson está en desacuerdo con las dos ideas. Ella define la primera como un ejemplo de “discusión bizantina”, que deja de lado, comparándolo con el ejemplo de que no es posible diferenciar cuando una bellota deja de serlo para trasformarse en un roble. Su argumento es que las bellotas no son lo mismo que los robles, así que debe existir una línea divisoria entre ambos en alguna parte, incluso si resulta difícil precisar dónde se encuentra exactamente.

Una bellota es y tiene una apariencia muy diferente de la de un roble, pero un feto no se diferencia demasiado de un recién nacido y desde muy temprano comparte muchas de sus características. En realidad, hay muy poco en la fisiología de un feto que lo distinga de un recién nacido. Está claro que las bellotas son físicamente distintas de los robles, pero entre los fetos y las personas no existe un contraste semejante para el observador común.

Más todavía, no existe ninguna tradición lingüística por la que un bebé sea una “persona” y un feto no.

Alguien podría plantear que una bellota deja de ser una bellota una vez que germina, y que, de un modo similar, un cigoto deja de ser un cigoto (y comienza a ser un feto) cuando la célula comienza a diferenciarse, en cabeza y cuello, nariz y dedos, un corazón palpitante y manos que puedan coger las cosas. Esto nos llevaría al problema de intentar establecer la línea divisoria entre el esperma y el óvulo, los tejidos del estilo a un trozo de uña que podrían ser útiles para clonar a un nuevo ser humano, por un lado, y del otro el feto. Yo no establecería una frontera de este tipo entre cigoto y feto, aunque algunas personas podrían verlo como una posición defensiva válida.

A pesar de todo Thomson no entra en este tema porque considera que sería muy complicado definir el momento en el que el feto pasa a ser una persona. Mi propia opinión es que una uña, el esperma o un óvulo no evolucionan en seres humanos por sí mismos y de un modo espontáneo lo que demuestra con claridad que no son personas. Por supuesto, incluso un óvulo fertilizado necesita un útero (artificial o natural) para convertirse en un ser humano, ¡pero una uña, el esperma o el óvulo necesitan mucho más que eso!

Más aún, es difícil precisar con exactitud cuando una bellota comienza a germinar o un cigoto desarrolla sus órganos derivados, ya que se trata de procesos graduales que no se preocupan por darnos puntualmente la línea necesaria para definir “asesinato”.

Así que en lo que Thomson se concentra es en el segundo argumento- la relación entre los derechos de la madre y los derechos del feto. De un modo muy imaginativo, plantea el escenario de alguien que se despierta en una cama junto a un violinista famoso e inconsciente. Este violinista necesita los riñones de esa persona para que realicen el trabajo que sus riñones en mal estado no pueden realizar por sí mismos, así que su sistema circulatorio ha sido unido a los de la otra persona-en contra de su voluntad- durante un periodo de tiempo que podría ser de nueve meses (o para siempre). No existe nadie más cuyo tipo de sangre sea válido para cumplir esta tarea. Así que el donante fue secuestrado y dejando inconsciente para que los doctores uniesen los dos cuerpos.

“Su derecho a vivir es más importante que tu derecho a controlar tu propio cuerpo,” dicen los doctores al donante.

Thomson considera que la mayor parte de los lectores estarían de acuerdo en que esta situación sería inaceptable. Si esto es inaceptable, podemos razonar sin temor a equivocarnos que poner fin a un embarazo resultado de una violación (un escenario involuntario similar al del violinista) tendría que ser considerado como aceptable y correcto. ¿Si el embarazo es involuntario, resultado de una violación, pregunta Thomson, es el aborto correcto entonces? ¿Si es así, por qué?

Existe un fallo en la lógica de su planteamiento: abortar un feto resultado de una violación parece más aceptable (para mucha gente) que los otros casos de aborto- no porque algunos fetos tengan un mayor derecho a la vida que otros, si no porque el derecho de la madre a controlar su propio cuerpo ha sido violado, imponiéndola una grave responsabilidad hasta un grado que supera (para ciertas personas) el derecho del feto a la vida. Por supuesto, los hombres no se quedan embarazados, por lo que esta no es una elección con la que ellos deban enfrentarse directamente. ¡Sin embargo, el hecho de que únicamente las mujeres puedan verse confrontadas por esta clase de decisiones no es un argumento a favor de permitirlas actuar inmoralmente! Los hombres (concretamente durante las guerras y en los escenarios potenciales de violación) se enfrentan a situaciones que prácticamente ninguna mujer ha experimentado jamás- y nadie diría que este hecho excuse los comportamientos inmorales, como los crímenes de guerra.

Entonces Thomson pasa a discutir los casos en los que la vida de la madre correría peligro (según la opinión de los doctores) en caso de dar a luz al feto/ bebé- incluyendo los casos en los que la mujer llegase a esta situación como resultado de una violación. Yo asumiré la posición de la “sociedad” al considerar estas situaciones. Thomson, por su parte, se coloca en la piel de la mujer, y considera el aborto como un acto perfectamente justificado de autopreservación.

Si lo valoramos desde un determinado punto de vista, esto podría considerarse como el ejercicio de autoindulgencia que es en realidad. La autopreservación es correcta y necesaria, desde el punto de vista individual- pero la sociedad puede en ciertas circunstancias anteponer el bien común al derecho de autopreservación. Por ejemplo los hombres (no las mujeres) están sujetos al reclutamiento forzoso para cumplir su deber en la línea del frente, dependiendo de los giros inesperados que pueda dar la política nacional o internacional. Si los hombres pueden ser reclutados forzosamente por el interés público, ¿por qué no imponerles a las mujeres “un reclutamiento por concepción”?

¡Si yo fuese reclutado contra mi voluntad en tiempo de guerra y se me diese la orden de participar en un ataque en el que tendría la convicción de que iba a perder la vida, no podría asesinar a mi oficial u oficiales al mando y esperar que una corte marcial considerase mi propósito de autopreservación como una justificación válida!

O pongámonos en la situación de un hombre adinerado que ha tenido la desgracia de casarse con una cazafortunas la cual está intentando acabar con su vida alimentándolo con comidas altas en colesterol y sometiéndolo al estrés de la crítica constante, el rumor destructivo, etc. ¿Permitiría un juzgado que este hombre asesinase a su esposa como un acto de autopreservación? ¡Seguramente no!

 

Aborto para los hombres.

Una reciente variación sobre el tema del derecho a elegir para los hombres es el concepto del “aborto para hombres” publicada en la página web del show de Rick Emerson. (www.rickemerson.com/male_abortion.html):

El aborto masculino... es una forma de contrato, que se lee y firma por ambas partes en un momento previo a la relación sexual… sea unos pocos instantes antes o con meses de antelación. El aborto masculino estipula que el hombre no desea tener hijos, y si su relación con la mujer terminase en embarazo, él quedaría libre de cualquier carga parental y responsabilidad, y que la decisión de convertirse en padre sería exclusivamente suya.

Si las feministas fuesen realmente partidarias del derecho a elegir, podríamos esperar que estuviesen de acuerdo con esto. Si verdaderamente estuviesen a favor del derecho a elegir.

 

Conclusión.

El derecho penal tiene como objeto regular la moral. El aborto es un tema en el que el poder de una de las partes implicadas (las mujeres) ha aumentado hasta tal punto que la ley ha retrocedido ante cualquier tentativa de regular su la moralidad. Las leyes contra el aborto tenían el propósito de proteger a los bebés no nacidos de las mujeres y los doctores. ¡Con el desarrollo del movimiento en defensa de los Derechos de los Animales, podemos encontrarnos con, o muy próximos a alcanzar, una situación en la que las especies en peligro de extinción y los animales de laboratorio tengan más derechos que los seres humanos no nacidos! Es el momento de decir: “protejamos los derechos de los hombres y de las personas por nacer en primer lugar, y preocupémonos después por los derechos de los animales”.

 

Prólogo a la versión española

Prefacio a la Edición NZEP

Introducción: ¿Qué es el Feminismo?

Capítulo 1: Narcisismo Feminista y Poder Político.

Capítulo 2: Circuncisión contra elección

Capítulo 3: Violación: Conservando Tu Pastel a Pesar de Habértelo Comido

Capítulo 4: Mentiras sobre la violencia doméstica, un dilema sin salida para los hombres.

Capítulo 5: Falsas acusaciones y la mentira del abuso infantil

Capítulo 6: La Mentira del Sistema de Justicia Masculino

Capítulo 7: Temas laborales y la mentira de que “las mujeres pueden hacer cualquier cosa”

Capítulo 8: Las mentiras sobre la educación

Capítulo 9: Mentiras, malditas mentiras y estadísticas de las Naciones Unidas.

Capítulo 10: La mentira de la igualdad

Capítulo 11: El derecho a la elección y el aborto

Capítulo 12: El Lenguaje sexista: ¿Cree Satán que ella es varón?

Capítulo 13 : Educadoctrinamiento mediante el complejo de los medios de comunicación y la universidad

Capítulo 14: La Mentira de la representación masculina

Capítulo 15: Manifestaciones del feminismo

Notas

Referencias

FAQ

Webmaster

Peter Douglas Zohrab

Latest Update

24 March 2018

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